Una cerveza o dos o tres en una terracita, la tentación de un helado durante una tarde calurosa o la pereza para practicar deporte debido a las altas temperaturas… Cuando llega el verano, a menudo nos resignamos a abandonar la vida sana y ganar unos kilos, pero esto no tiene por qué ser así. Lejos de caer en el error de confundir relax y desconexión con los excesos y el abandono de los hábitos saludables, hemos de aprovechar las numerosas oportunidades de cultivar mens sana in corpore sano que nos ofrece la época estival. Veamos algunas de ellas:
- Disfruta de las frutas y verduras de temporada
Un buen ejemplo de cómo cuidarse durante el verano es comer siempre que podamos las riquísimas frutas y hortalizas de temporada como la sandía, el melón, los melocotones, los nísperos, albaricoques, ciruelas, tomates… Puedes acercarte a tu frutería y pedir que te recomienden algunos.
Y el verano es también la estación perfecta para disfrutar de platos tan refrescantes y nutritivos como el gazpacho, el salmorejo, las ensaladas… Todos ellos nos aportarán las vitaminas, minerales y fibra que necesitamos para mantenernos y sentirnos en forma. Además por su alto contenido en agua, estos alimentos pueden ayudar a prevenir la pérdida de líquidos en estas fechas habitualmente calurosas. También podemos tomar otros alimentos como legumbres, huevo, pescado y carne, pero intentando evitar, como siempre, los guisos con salsas o la fritura.
Como vemos, alimentarnos de una manera saludable durante los meses de calor no significa renunciar al sabor y a la variedad. Tampoco es necesario que sacrifiquemos los aperitivos y picoteos, pero debemos tomarlos con cabeza y no excedernos. Una buena opción es elegir aquellos con mayor valor nutritivo: por ejemplo, pedir unas almendras o algún otro fruto seco, al natural o tostado, antes que unas patatas fritas.
Por cierto, para evitar disgustos, tampoco está de más seguir durante el verano algunas precauciones alimentarias extra como evitar los alimentos crudos o poco cocinados, sobre todo si contienen huevo. En el caso de que viajes a algún destino exótico, recuerda que debes lavar, pelar y trocear tú mismo la fruta y verdura, cuando vayas a consumirlas crudas, y preferiblemente esta última mejor consumirla cocida.
No hace falta que te bebas un mar, pero sí que tengas presente que dadas las altas temperaturas y las olas de calor que estamos sufriendo este verano, es más importante que nunca ingerir, en función de tus características personales, líquido en cantidad suficiente para mantenerse hidratado. Las necesidades de hidratación varían bastante de una persona a otra en función de varios factores (edad, trabajo y actividad física, la climatología, presencia o no de enfermedades), pero en cualquier caso lo , mejor para hidratarse de forma adecuada es el agua -con o sin gas-, que refrescos como la coca-cola o cervezas, que pueden tener efecto diurético y hacerte ir más al baño, lo cual solo te llevaría a deshidratarte. Lo mejor es ir bebiendo agua a lo largo del día, sin esperar a tener sed, para ir reponiendo las pérdidas por sudor. Esto es de especial utilidad en niños, enfermos y ancianos o deportistas.
Un buen truco para beber la suficiente agua es llevar siempre una botellita contigo. En caso de visitar países tropicales o en vías de desarrollo, toma siempre agua embotellada, evita las bebidas con hielos y, cuando te laves los dientes, que sea también con agua embotellada. Asegúrate de quitar tú mismo el precinto de la botella o de ver cómo lo quitan. De esta manera, alejaremos el peligro de sufrir la diarrea del viajero, uno de los males que pueden dar al traste con nuestras vacaciones en los destinos más exóticos.
- Descansa más, pero sin alterar tus rutinas de sueño
Es cierto que tenemos que provechar las vacaciones para descansar y recuperar fuerzas, aprovechando que tenemos más tiempo libre. Ello significa que probablemente no madruguemos tanto y podamos permitirnos alguna hora más de sueño, pero no lanzarnos a trasnochar alegremente: es muy importante que durmamos ocho horas al día y que mantengamos horarios regulares.
Y si, con un poco de suerte, podemos echarnos siestas después de comer, esta no debe exceder los veinte minutos. De lo contrario, nos exponemos a padecer problemas para conciliar el sueño por la noche.
En el caso de que vayas a realizar un vuelo de larga distancia, toma algunas precauciones que te ayuden a prevenir efectos del jet lag como la somnolencia o el insomnio: intenta dormir lo máximo posible durante el vuelo en caso de que llegues temprano al lugar de destino y, en caso de que aterrices de noche, vete a dormir lo antes posible. Posteriormente, trata de mantener un horario de sueño regular. Alimentos ricos en melatonina o complementos que la contengan pueden ayudarte a restaurar tu ritmo de descanso. Consulta con tu médico si estas soluciones pueden estar indicadas para ti, en función de tus características y el destino al que viajas.
- Practica deportes al aire libre con tu familia y amigos
En verano, es muy importante no caer en la tentación de abandonar el ejercicio físico. Todo lo contrario, hemos de aprovechar que las posibilidades de ejercicio al aire libre se multiplican durante el verano y que tanto nosotros como nuestros allegados disponemos de más tiempo para el ocio.
De esta manera, podremos mantenernos en forma, al tiempo que compartimos momentos muy divertidos: podemos jugar al pádel, al voléy-playa, al baloncesto, ir a patinar… Y, por supuesto, nadar en la piscina o en el mar o practicar toda clase de deportes acuáticos como el buceo, el piragüismo, la vela, el windsurf, el surf, el pádelsurf…
Si eliges deportes de intensidad alta o moderada como ir a correr, aprovecha los ratos más frescos del día: sal tempranito por la mañana o al atardecer En este último caso, no sin aplicarnos antes un buen repelente de mosquitos.
Eso sí, no olvides que el ejercicio ha de ir adaptado a tu condición física en cualquier estación del año: en verano, también.
- Aprovecha la energía del sol, pero con precaución
Los días son más largos y las temperaturas más elevadas, por lo que podremos disfrutar del calor y la energía que nos da el sol. Pero hemos de hacerlo con mucha prudencia y responsabilidad, si no queremos sufrir las consecuencias negativas de una exposición excesiva como las quemaduras solares, las insolaciones o los golpes de calor. A medio y largo plazo, como ya sabemos, abusar del sol puede producir envejecimiento cutáneo precoz y cáncer de piel.
Para prevenir estos perjuicios, es muy importante evitar la exposición en las horas centrales del día. Es decir, podemos ir a la playa o a la piscina, pero mucho mejor si nos marchamos antes de las doce o vamos a partir de las cuatro. Esto es especialmente importante si acudimos con niños, cuya piel es mucho más delicada y propensa a las quemaduras que la de los adultos.
También es muy importante mantenernos cobijados bajo las sombrillas, toldos o árboles y usar sombrero de ala ancha y gafas de sol. Igualmente, es imprescindible usar fotoprotectores de factor 30 o superior que te protejan frente a los distintos tipos de radiaciones, en cualquier caso adaptados a tus necesidades y tu fototipo de piel Debes aplicártelos treinta minutos antes de la exposición solar y reaplicártelos cada dos horas o después de cada baño.
Si vas a viajar, dedica algo de tiempo a preparar lo necesario
Una consulta con tu médico o farmacéutico para que te asesore cómo preparar un pequeño botiquín para las circunstancias más comunes que puedan presentarse (picaduras de insectos, diarreas, rozaduras en el calzado, por mencionar algunas), llevar tus recetas/medicamentos específicos si padeces alguna enfermedad y las vacunas necesarias para el destino elegido.
Todo ello propiciará unos días de saludable relax y desconexión para retomar con energías la vuelta a la rutina.