Inmersos ya de nuevo en la rutina escolar de clases y deberes, es más importante que nunca la alimentación infantil para que estos recuperen unos hábitos adecuados, que les garanticen la energía y los nutrientes necesarios para afrontar la jornada académica.
La importancia del desayuno en la alimentación infantil
La primera clave que debemos tener en cuenta los padres es que el desayuno, es imprescindible en la alimentación infantil para el rendimiento escolar, debe cubrir al menos una cuarta parte de las necesidades nutritivas de los niños. Si nuestros hijos no desayunan correctamente, pueden desequilibrarse el resto de comidas diarias, lo que aumenta el riesgo de obesidad y también de una menor productividad en las horas de clase.
Para evitarlo, debemos asegurarnos de que tengan el tiempo suficiente para disfrutar de un buen desayuno antes de ir al cole. Este debe incluir al menos un lácteo -leche, yogur, queso…-, un cereal a elegir entre pan, tostadas, cereales, galletas, magdalenas o bizcochos caseros y una fruta o su zumo.
¿Qué hay para comer?
La comida del mediodía, que a menudo se realiza en el comedor escolar, debe aportar a nuestros hijos un tercio de sus necesidades energéticas diarias y, al menos, la mitad de las proteínas. Como primeros platos, deberían incluir verduras, legumbres, pasta o arroz; de segundo, pescados, carnes magras, huevos con patatas, ensaladas o guarnición de verduras y, de postre, frutas o, de manera más ocasional, lácteos. Deben estar acompañados de pan y agua como bebida.
Es muy importante que los progenitores conozcamos siempre el menú que sirve el cole, para, además de saber qué comen nuestros hijos, tratemos de complementarlo con la cena que tomarán en casa. Por ejemplo, ingerirán verdura si para comer han comido pasta, arroz o legumbres; o patata o pasta, si han tomado verdura a la hora de comer. Lo mismo sucede con el segundo: si se ha consumido carne al mediodía, para cenar se comerá huevo o pescado y viceversa. Se podría decir que la cena es similar a la comida del mediodía, pero con raciones más reducidas.
El almuerzo y la merienda, complemento nutricional
Por último, en este post no puedo dejar de referirme a las comidas de media mañana y media tarde, que son también importantísimas en la alimentación infantil: el almuerzo y la merienda aumentan el rendimiento físico y cognitivo de los niños en edad escolar y complementan las comidas principales, dándonos la oportunidad, a los padres, de suministrar a nuestros hijos todas las vitaminas y raciones necesarias de frutas, lácteos y cereales.
Por ello, el almuerzo de media mañana puede estar compuesto de una pieza de fruta, un yogur, un bocadillo de queso u otro equivalente lácteo, de frutos secos (cacahuetes, almendras o nueces) o alguna hortaliza como la zanahoria. La merienda no debe ser excesiva, pero tampoco se debe prescindir de ella, pues aporta la energía necesaria para afrontar una tarde de juegos y/o estudio. Además, evita los picoteos innecesarios entre comidas y llegar a la cena con hambre excesiva, dado que los escolares suelen comer a una hora temprana.
En función de lo que haya tomado por la mañana, la merienda puede estar compuesta por una fruta, lácteo o algún cereal. Puede ser también un bocadillo de quesitos, jamón de york o serrano, pavo o algún vegetal.