Un, dos, tres… comienza la “Operación Puesta a Punto”

Hemos aumentado de volumen y de peso, puede que suframos problemas para ir al baño, nuestras digestiones sean más pesadas y que, en general, nos sintamos menos enérgicos. Sin duda alguna, los excesos navideños nos han pasado factura, pero no hay tiempo para lamentaciones: en enero nos toca ponernos manos a la obra y recuperar o adoptar hábitos saludables que permitan a nuestro cuerpo volver a ponerse a punto.

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Imaginemos por un momento que nuestro organismo es un complejo entramado de tuberías: tras una época de uso intensivo y no siempre adecuado, toca limpiar adecuadamente esos conductos de todos los posos y desechos que impiden que funcione correctamente. Aunque traemos de serie la “depuradora” que está formada fundamentalmente por nuestro hígado y nuestros riñones , y afortunadamente son ellos los que trabajan para mantener las cosas en su sitio, no está de más poner en marcha lo antes posible una Operación puesta a punto que puede ayudarnos a conseguirlo.

Pero siempre con sentido y común y cordura. Es muy importante tener presente que no se trata de cambiar de repente nuestra alimentación y costumbres, de lanzarnos a dietas de las llamadas depurativas extremas o alimentarnos solamente de batidos verdes. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) identifica este tipo de bebida como uno de los trece riesgos emergentes para la salud.

No, no necesitamos ni debemos ser tan drásticos. Sencillamente, es necesario poner freno al desenfreno de la Navidad y, sobre todo, acabar de una vez con todas con esos hábitos del día a día perjudiciales que ya veníamos arrastrando desde el año pasado.

¿Qué hábitos pueden ayudarme a ponerme a punto?

En primer lugar, te recomiendo moderar el consumo de grasas animales y, en cambio, aumentar el de frutas y verduras. Éstas nos suministran buena parte de los nutrientes que necesitamos, al tiempo que nos ahorramos los azúcares añadidos y otras sustancias que se suelen añadir en el proceso de producción a los alimentos procesados -conservantes, aromatizantes, sal…-.

Además, algunas verduras, si se ingieren crudas, conservan mejor algunas de sus propiedades. Sobre todo, apuesta por las ensaladas verdes o multicolor, compuestas de lechuga, escarola, canónigos, rúcula, zanahorias, espárragos, pimientos, tomates, remolacha o frutas como la pera, la manzana o la granada. En cambio en otras ocasiones puede ser más interesante consumir las verduras cocinadas según su tipología y los beneficios que se quieran obtener.

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Así mismo, algunos investigadores atribuyen a la clorofila poder depurativo, por lo que añadir a tu dieta espinacas, acelgas, brócoli o alcachofas puede ser una buena idea para sentirte mejor.. Atrévete también con las verduras de tallo como el cardo o el apio. No olvides, sin embargo, que ingerir clorofila en grandes cantidades puede ser dañino y producir síntomas de intoxicación, así que tampoco abuses de ellas.

También a la cebolla se le atribuyen propiedades de  refuerzo de nuestro sistema inmune, mantenimiento del buen estado de los huesos,  potencial mucolítico  y expectorante en afecciones respiratorias, o reguladoras del colesterol y de la tensión arterial.  En crudo conserva mejor sus propiedades, aunque en personas que padecen algunos problemas digestivos, es preferible cocinarla para favorecer su digestión. La cebolla es rica en agua y posee pocas calorías. El ajo, otro clásico de la dieta mediterránea, nunca debe faltar en nuestra cocina, pues, además de poseer muchas otras propiedades, cuenta también con efecto diurético. Es decir, nos ayuda a evitar la retención de líquidos.

Comer en casa

Otro hábito que ayudará a nuestro organismo a recuperarse antes es comer en casa lo más a menudo posible. Ello nos permitirá asegurarnos de que ingerimos alimentos nutritivos y de calidad, así como cocinarlos de manera saludable: al vapor, a la plancha, al horno… O, como hemos dicho, en forma de ensaladas. Comer en casa nos permitirá, igualmente, controlar la cantidad de sal y el tipo de grasas que ingerimos.

Como hemos comentado en anteriores posts, la grasa de elección debe ser siempre el aceite de oliva virgen extra, preferiblemente, crudo, pues contiene sustancias beneficiosas para el organismo como por ejemplo el ácido oleico, las vitaminas E, D, A. C,  y los polifenoles. Úsalo para cocinar y para aliñar tus ensaladas porque, además, se trata de un alimento cardiosaludable.

Para ayudar a nuestro metabolismo, se recomienda habitualmente realizar al menos cinco comidas diarias: desayuno, comida y cena, más dos pequeños aportes en mitad de la mañana y de la tarde. Intenta que proteínas, hidratos de carbono, fibra y grasas se encuentren presentes de manera equilibrada y en la proporción adecuada en todos ellos. Para saber cuál es, puedes revisar la pirámide alimentaria o el plato Harvard nuestras  mejores guías a la hora de comer bien.

Evitar las tentaciones es también necesario durante la cuesta nutritiva de enero. Te ayudará planear con antelación tus comidas semanales, de manera que, cuando vayas al supermercado, tengas muy claro qué vas a comprar y no pierdas el tiempo merodeando por los pasillos de snacks o bollería y repostería del establecimiento.

En cambio, no tengas problemas en introducir en tu carro de la compra aperitivos sanos para los aportes entre comidas como los frutos secos, preferiblemente crudos: almendras, nueces, avellanas y pistachos constituyen preciadas fuentes de energía y grasas de origen vegetal. Consúmelos en cantidad moderada, combinados con lácteos desnatados o piezas de fruta, que puedes cortar en casa y meter en una fiambrera para, por ejemplo, llevarte al trabajo. 

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Agua en cantidad adecuada y cero alcohol

Terminaremos recordando la importancia de beber líquido en cantidad adecuada para ayudar a nuestro organismo a hidratarse. Dos litros y medio de agua al día es la cantidad en general recomendada por los expertos, pero  siempre teniendo en cuenta las características individuales de cada persona, las actividades que realiza, el clima, o las cantidades de agua que provienen de los alimentos ingeridos en la dieta.  A ello se debe añadir la importante medida de eliminar de nuestra dieta el alcohol y las bebidas azucaradas como los refrescos y los zumos envasados.

Al agua, puedes añadirle un chorrito de limón, que contiene Vitamina C, que es un antioxidante muy potente. Y también, puedes prepararte infusiones de plantas y vegetales. Teniendo en cuenta el frío invernal, cuidar de nuestro cuerpo tomando una tisana calentita no es ninguna mala idea.

Por ejemplo, son conocidos por sus propiedades diuréticas el té verde, el té de Java y las hojas de abedul. También la cola de caballo, rica en sustancias minerales (sobre todo sílice y potasio) y flavonoides, puede ser una gran aliada a la hora de combatir la retención de líquidos. Sin embargo, si estás embarazada, tienes algún problema de salud o tomas algún fármaco de forma habitual, consulta siempre con el profesional sanitario sobre la conveniencia ó no de utilizar éstas u otras infusiones. Su origen natural no siempre indica que sean inocuas para ti.

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¿Es el azúcar tan malo como lo pintan?

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El azúcar. Mucho se ha escrito en los últimos años sobre este nutriente. Existen voces autorizadas, tanto a favor como en contra de su uso. Esto ha originado una confusión importante en el consumidor. Es cierto que la pregunta no tiene una respuesta fácil pero intentaré aclarar unos conceptos y expondré mi humilde opinión como profesional sanitario.

Nuestro organismo utiliza el azúcar como fuente de energía; gracias a una hormona que se encuentra en el páncreas que se llama insulina, se introduce el azúcar en nuestras células. El problema radica en que un consumo excesivo “hace trabajar” demasiado al páncreas, generándose picos de insulina que pueden provocar resistencia a producir más insulina y, por tanto, un aumento del azúcar en sangre. Así, se originan la diabetes y otras consecuencias devastadoras en la salud si ese azúcar no se “controla”. Además, debido al sabor dulce del azúcar, hace que no nos saciemos y que ingeramos una gran cantidad de calorías.

azúcarAlgunos especialistas de nutrición lo consideran el mayor culpable frente a la obesidad, mientras otros señalan que no es el único responsable. Además, las autoridades sanitarias y, en este caso la OMS, ya ha publicado recientemente las cantidades diarias recomendadas, que indican que no debemos sobrepasar los 25 gramos diarios de azúcar añadidos a productos de consumo (aquí se excluyen frutas y alimentos naturales). ¿Y esto es mucho o poco?

En España hay estudios que señalan que el consumo diario está en torno a los 112 gramos diarios, lo que suponen 3 toneladas de azúcares a lo largo de una vida. Considero que sí, que es mucho. Está claro que el azúcar por sí solo no es el culpable y que otros elementos como el sedentarismo, el estrés y el consumo de grasas saturadas contribuyen junto al exceso de azúcar a que haya en el mundo más de 1000 millones de personas con sobrepeso y obesidad y más de 500 millones con diabetes.

Pero no está de más disminuir su ingesta, ya que ganaremos en salud. Por eso, algunas de las recomendaciones como profesional sanitario que te aconsejo son las siguientes:

  • Disminuye la ingesta de bebidas azucaradas y sustitúyelas por la única bebida hidratante de verdad, que es el agua.
  • Disminuye las ‘chuches’ que le das a tus hijos, además disminuirás el riesgo de caries si así lo haces.
  • Consume más cantidad de alimentos integrales: pan, pasta, arroz integrales…
  • Lee el etiquetado de los alimentos procesados que compres y mira las cantidades de azúcar y recuerda que no deberías de superar a los 25 gramos que dice la OMS o a los 50 que dicen otros organismos.
  • Disfruta del sabor del café y del te sin azúcar.
  • Cuando hagas postres caseros no abuses del azúcar y sustitúyelos por edulcorantes, mejor si son de origen natural.