Siempre me ha sorprendido la capacidad que tienen muchos internautas de hacer “memes” con los temas de actualidad. Estoy francamente seguro de que te habrán llegado unas 5 chiste-imágenes con el tema de la semana, el comunicado sobre la evaluación del consumo de la carne roja y de la carne procesada de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A raíz de la reciente polémica me gustaría apuntar en breves líneas una serie de ideas que son básicas para no alarmarse, pero sí para tomar esta advertencia como algo que nos invite a reflexionar sobre nuestro modo de comer y nuestros hábitos.
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Conviene distinguir entre carne roja, todos los tipos de carne muscular de mamíferos, tales como la carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo o cabra; y carne procesada, se refiere a la carne que se ha transformado a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación. Ejemplo de estos preparados son los frankfurters (perros calientes/hot dogs/salchichas), el jamón, las salchichas, carne en conserva (corned beef), cecina o carne seca, así como carne en lata, y las preparaciones y salsas a base de carne. Estos alimentos procesados son los menos recomendables entre los dos tipos de carne, y de los que siempre se ha advertido reducir su ingesta.
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El informe de la OMS no dice nada nuevo que no se supiera ya. Las recomendaciones nutricionales de los diferentes organismos sanitarios hablan desde hace tiempo de que el consumo ideal de carne debe realizarse unas 2-3 veces a la semana.
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El consumo de carne tiene beneficios nutricionales como ha señalado la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), por su contenido en proteínas de alto valor biológico, hierro, zinc y vitaminas del complejo B.
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Coherencia y precaución, como es lógico, basar nuestra alimentación en uno o unos pocos alimentos es perjudicial para nuestra salud. Se desequilibra nuestra dieta y nos arriesgamos a tener problemas de desnutrición por ese desbalance nutricional. Para compensar este defecto, una vez más, sigue los preceptos de la dieta mediterránea.
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Como es lógico, la generación de una enfermedad no sólo depende de un factor aislado, hay que tener en cuenta otros aspectos como la herencia genética y el resto de aspectos de nuestro estilo de vida tales como el sedentarismo, malos hábitos de sueño y descanso, y el consumo de tabaco y alcohol, entre otros.
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La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) aconseja prudencia hasta conocer el informe de evaluación de riesgos de la Autoridad Europea, y seguir las actuales recomendaciones de salud pública que indican un consumo moderado u ocasional (no más de dos veces por semana).
En mi modesta opinión, esta noticia nos debe hacer reflexionar sobre nuestro estilo de vida y preguntarnos si el contenido de nuestro carro de la compra se asemeja o no a lo recomendado por la dieta mediterránea. Piénsalo.
Fuentes:
Nota de la SEEN (Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición) ante la noticia de la OMS