Cómo cuidar la flora vaginal

Hace varios post os comentaba la importancia de la flora intestinal para nuestro organismo. Hoy añado que no sólo existen microorganismos beneficiosos en nuestro intestino, sino que también la piel y la vagina los contienen. La flora vaginal autóctona ayuda a preservar a la vagina de patologías infecciosas.

A pesar de que en la flora vaginal pueden ha­llarse unas 15 especies bacterianas distintas, se consideran que las más importantes y frecuentes son los Lactobacillus. Su destrucción por parte de microorganismos patógenos y antibióticos es uno de los factores determinantes más importantes en las recurrencias de las infecciones vulvovaginales, como la vulvovaginitis y la vaginosis bacteriana.

La primera de ellas es muy común ya que el 75% de las mujeres experimentan un episodio de vulvovaginitis sintomática a lo largo de su vida y el 40-50%, al menos, un segundo episodio. Se presenta con eritema, aumento de secreción vaginal en ocasiones maloliente y acompañada de picor, escozor y dolor. Por otra parte, la vaginosis bacteriana se caracteriza por un flujo vaginal anormal con un olor desagradable. De estar presente, el flujo vaginal suele ser de color blanco o gris y puede ser poco espeso.

El equilibrio de la flora vaginal viene determinado por factores tanto propios como externos. La edad, la fase de ciclo mensual, la activi

dad sexual, el uso de métodos anticonceptivos, tomar antibióticos o usar determi­nados productos higiénicos puede alterar su normal equilibrio.

Por eso, la Sociedad Española de Ginecología Obstétrica (SEGO) recomienda el uso de probióticos acompañados de una serie de medidas higiénico-dietéticas para evitar recidivas de infecciones vaginales que os resumo:

Te detallo una serie de recomendaciones nutricionales para mantener una flora vaginal adecuada:

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  • Tomar al menos 2 yogures al día y consultar a su farmacéutico sobre probióticos con lactobacilos cuando esté tomando antibióticos en casos de infecciones vaginales o para evitar su aparición. Le ayudarán a favorecer la recuperación de flora vaginal.
  • Si su dieta es excesivamente rica en hidratos de carbono, intente reducirlos a los niveles norma­les (45-60%). La dieta con alto contenido en hi­dratos puede favorecer el crecimiento de bacte­rias patógenas en el tracto intestinal y urinario.
  • Beba 2 litros de agua diarios para una correcta hidratación y funcionamiento del organismo.
  • Reduzca la ingesta de grasas saturadas y de grasas trans; las primeras las encuentras en carnes, embutidos, mantequilla y despojos cár­nicos. Las trans están en la bollería industrial, platos precocinados etc.
  • No tome alcohol en caso de estar en tratamiento antibiótico y modere su ingesta (no más de un vaso al día de bebidas de baja graduación como vino o cerveza).

Y aquí, otras recomendaciones para mantener la flora vaginal:

  • Mantenga su área genital limpia y seca. Evite el jabón y en­juague sólo con agua.
  • No tome duchas vaginales. Si bien muchas mujeres se sien­ten más limpias si toman duchas vaginales después de la menstruación o relación sexual, esto puede realmente em­peorar el flujo vaginal debido a que elimina bacterias sanas que recubren la vagina y que están allí para protegerla con­tra una infección.
  • se preservativos para evitar contraer o diseminar infeccio­nes de transmisión sexual (ITS).
  • Evite el uso de aerosoles, fragancias o polvos de higiene fe­menina en el área genital.
  • Evite el uso de pantalones extremadamente apretados, los cuales pueden causar irritación.
  • Use ropa interior de algodón o pantys y medias con entrepierna de algodón. Evite la ropa interior hecha de seda o nailon. Esto puede incrementar la sudoración en el área genital, lo cual puede ocasionar irritación.
  • Use protectores y no tampones.
  • Si tiene diabetes, mantenga un buen control de los niveles de azúcar en la sangre.

 

Fuentes:

Protocolo Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia de diagnóstico y tratamiento de las infec­ciones vaginales. Protocolo actualizado en 2012. Prog Obstet Gine 2013;56(5):278-284.

Donders GG et al. Am J Obstet Gynecol. 2002; 187:989-93.

Codina A. Offarm 2004; 23(5):78-80

Urrutia G, et al . Prog Obstet Ginecol 2014; 57(5):230-235.

Falsos mitos sobre los probióticos

Una vez introducido el tema de los probióticos en el anterior post, creo, desde mi humilde opinión, que ha llegado la hora de desterrar algunos falsos mitos sobre ellos, que incluso algunos profesionales sanitarios creen que son verdad:

  • Primer mito: Es igual que un probiótico que otro: FALSO.

Los probióticos se categorizan por género y especie usando una clasificación consensuada por la clase científica, con una designación alfanumérica para  identificar un probiótico determinado hasta el nivel de cepa. Por ejemplo, con la cepa Lactobacillus rhamnosus VES001, el género es Lactobacillus, la especie es rhamnosus, y la designación de la cepa es VES001.  Mantener la designación de la cepa es importante, ya que cepas de la misma especie pueden tener efectos diferentes.

Te dejo un ejemplo simplista, pero muy gráfico: imagínate que un pastor de ovejas necesita un perro que le ayude a cuidarlas: ¿Qué perro crees que elegirá? ¿Un pastor vasco o un pitbull? Ambos son perros, pero son diferentes y no sirven para lo mismo. Pues algo similar pasa con los probióticos. Los efectos descritos sólo se pueden  atribuir a la cepa o las cepas estudiadas, y no a la especie o a todo el grupo de probióticos.

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  • Segundo mito: A más dosis de probiótico mejor: FALSO.

Las dosis recomendadas varían en función de la cepa, por lo que no es posible determinar una “dosis general” para probióticos; la dosis utilizada en la práctica clínica debería estar basada en estudios humanos que soporten el beneficio de la salud reivindicado[1]. Algo similar ocurre con los medicamentos: un principio activo tiene un efecto a una dosis determinada para lo cual se han hecho estudios que han demostrado que a esas dosis produce un efecto determinado.

  • Tercer mito: A más especies de probióticos que tenga una marca mejor: FALSO.

Los productos pueden contener una o más cepas probióticas. Si contienen varias especies y/o cepas y juntas han demostrado que tienen efectos beneficiosos, muy bien; pero si no es así, es mejor fiarse de aquel producto que aunque sólo sea con un cepa haya demostrado el efecto que reivindica. De nuevo el ejemplo de los medicamentos puede ser ilustrativo; si para el dolor de cabeza se utiliza el ibuprofeno y así se ha demostrado, no es necesario un cóctel de varios principios activos para quitar el citado dolor de cabeza.

Considero que estos son los principales falsos mitos que conviene aclarar, con el fin de que el consejo farmacéutico y médico sobre el uso de probióticos contribuya a mejorar la salud digestiva de las personas.



[1] Guarner F, Khan AG, Garisch J, et al. World gastroenterology organisation global guidelines: probiotics and prebiotics, October 2011. J Clin Gastroenterol. 2012;46(6):468-481.

Conoce más sobre los probióticos y sus efectos beneficiosos

En los anteriores post sobre flora intestinal os contaba en qué situaciones se podía alterar y cómo eso podía tener repercusiones en nuestra salud y calidad de vida.

Hoy paso a comentaros que el mantenimiento de la flora intestinal depende de una alimentación adecuada y un estilo de vida sano. Además, la incorporación de probióticos y prebióticos (de estos últimos hablaremos en el siguiente post)  a tus hábitos de vida es una medida de prevención que ayuda a mejorar, restaurar y mantener nuestra flora intestinal.

Pero, ¿qué son los probióticos? Seguro que has oído hablar de ellos.

Los probióticos son microrganismos vivos que administrados en cantidades adecuadas ejercen un beneficio en quien los consume. Se encuentran en alimentos fermentados como en yogures o el kéfir pero también en complementos alimenticios dispensados en la farmacia. Para que un probiótico sea considerado de calidad debería ser capaz no sólo de sobrevivir al paso por el aparato digestivo, sino también de proliferar y colonizar en el intestino. Esto significa que deberían ser resistentes a los jugos gástricos y poder crecer en presencia de bilis, en las condiciones existentes en el intestino, o ser consumidos en un alimento que, actuando como vehículo, les permita sobrevivir al paso por el estómago y a la exposición a los jugos pancreáticos.

qué son los probióticosLos probióticos más utilizados se  clasifican fundamentalmente en dos géneros, Lactobacillus y Bifidobacterium.

Además, deben ser resistentes a los procesos de fabricación como viabilidad durante el proceso de producción y de conservación durante su periodo de almacenamiento y transporte.

Su mecanismo de acción es muy curioso ya que se ha demostrado que producen sustancias que actúan de manera directa contra las demás bacterias perniciosas, disputándoles la conquista de las paredes intestinales para implantarse allí y multiplicarse.

También pueden producir sustancias con capacidad bactericida como las bacteriocinas y tienen un efecto positivo sobre el sistema inmune porque le ayudan de forma indirecta a la producción de células defensivas.

Los probióticos son útiles en las siguientes situaciones, ya que mejoran y, en muchos casos, previenen los síntomas de:

  • Estreñimiento
  • Diarrea
  • Infecciones víricas y/o bacterianas
  • Debilidad del sistema inmune
  • Diarrea del viajero
  • Hinchazón de estómago
  • Gases
  • Síntomas de alergia
  • Obesidad
  • Enfermedad celiaca
  • Intestino irritable
  • Enfermedad inflamatoria intestinal (Chron y colitis ulcerosa)

A continuación, te facilito en este link la guía mundial de probióticos de la Asociación Mundial de Gastroenterología (WGO, por sus siglas en inglés) y que, bajo el auspicio de la OMS (Organización Mundial de la Salud), resume qué es la flora intestinal y cómo los probióticos pueden ayudar en diferentes situaciones tanto en adultos y niños.