A menudo, cuando hablamos de salud, pensamos en nuestro bienestar físico. Y, si bien este es crucial para tener una buena calidad de vida, no podemos olvidarnos de la otra cara de la moneda, la salud mental. Esta podría definirse como el equilibrio óptimo entre las emociones y la actitud que tenemos ante las circunstancias.
Según la constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de un componente integral y esencial de la salud: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Es decir, para esta reconocida institución, la ausencia de trastornos mentales es imprescindible para que una persona pueda considerarse sana. La salud mental según este organismo se define como un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad.
De hecho, si disfrutamos de salud mental, optimizamos la capacidad de razonar, de manifestar nuestros pensamientos y sentimientos, de interactuar con las personas de nuestro entorno, de llevar una vida más funcional y de disfrutar de ella. También hay que tener en cuenta que la estabilidad emocional y mental se relacionan íntimamente con la empatía y sociabilidad, por lo que se retroalimentan mutuamente.
¿Qué factores influyen en nuestro bienestar mental?
Según la OMS, factores sociales como por ejemplo las presiones económicas, las condiciones de trabajo estresantes o los cambios sociales demasiado rápidos pueden perjudicar la salud mental. También existen factores biológicos que dependen de cada uno, como el sufrir trastornos mentales que, a su vez, pueden tener una causa genética o ser originados por desequilibrios bioquímicos que se producen en cerebro.
Si bien los anteriores factores pueden ser difíciles de controlar, existen otros sobre los que, en mayor o menor medida, sí podemos influir, como nuestro estilo de vida y nuestros hábitos. Por ejemplo, si vivimos con mucho estrés, puede deteriorarse nuestra salud mental. Por el contrario, los estilos de vida que fomentan hábitos saludables entre los cuales se encuentran una buena gestión del estrés y de las emociones en general, pueden incrementar la actividad de las zonas del cerebro que regulan la confianza y autoestima.
Es importante, por tanto, cuidarnos en nuestro día a día para disfrutar de una buena salud, no solo física, sino también mental, desarrollar nuestra capacidad para reconocer nuestras emociones, tener en cuenta la información que nos aportan en el día a día y trabajar desde ellas.. Veamos, a continuación, algunos hábitos que pueden ayudarnos a sentirnos mejor y a afrontar con mayor eficacia las dificultades del día a día.
Alimentación y salud mental. Cuida tu dieta para un bienestar mental óptimo
Sigue una dieta saludable, variada y equilibrada, que incluya una cantidad adecuada de frutas y verduras. Mantén horarios regulares y tómate tu tiempo para comer con calma. Evita las bebidas con cafeína o alcohol o, si las consumes, hazlo con moderación. Una buena alimentación proporciona los nutrientes necesarios que contribuyen a aportar energía y vitalidad a la persona, y por lo tanto, contribuir a una correcta salud mental.
Haz deporte de manera regular. Beneficios del ejercicio para la salud mental
El ejercicio físico reduce el estrés, además de fomentar una sensación de bienestar, siempre que no se haga exclusivamente por obligación, ya que nos ayuda a segregar algunas hormonas y neurotransmisores como, las endorfinas y serotonina, que son algunas de las conocidas popularmente como las hormonas de la felicidad. Por ello, realizar actividad física de manera regular puede ayudar tratar una depresión y a desarrollar una actitud más positiva en la vida.
Se recomiendan por lo general dos horas y media de actividad aeróbica a la semana como correr, montar en bicicleta o nadar: dichas recomendaciones se especifican y modifican según la OMS de acuerdo a las capacidades individuales, franjas de edad y gustos de cada persona.
Descansa lo necesario para mantener un estado mental saludable
Descansado, afrontarás mejor cualquier conflicto o situación complicada. Así que trata de ir a dormir siempre a la misma hora y descansa aproximadamente entre siete u ocho horas cada noche, en cualquier caso, las que necesites para levantarte con sensación de haber descansado. No todos tenemos las mismas necesidades en cuanto a horas del sueño, pero sí que intuímos cuándo nuestro cuerpo no está descansando lo suficiente.
Además, cuando organices tu agenda de trabajo y familiar, procura asignar un espacio regular al ocio y a las relaciones personales, de manera que te quede tiempo para descansar y estar con tu familia, y también practicar tus aficiones o salir con amigos. El fin de semana, aprovecha para descansar más, y es recomendable que puedas tomarte vacaciones de vez en cuando.
Respecto a tus obligaciones personales y laborales o académicas, planifica bien tu agenda del día, sin sobrecargarla de actividades y gestionando los imprevistos con flexibilidad. En caso de falta de tiempo, selecciona las tareas más importantes de acuerdo a las prioridades y, si es necesario, procura delegar.
Fomenta las relaciones personales y sociales y apóyate en ellas
Cuida tus amistades y las relaciones con tu familia, ya que su apoyo es fundamental a la hora de afrontar los trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad. Cuando sientas que no sabes cómo resolver un problema, pide ayuda o consejo a las personas en quienes más confías. Y ofrécete para apoyarles tú a ellos también: ayudar a los demás mejora tu propio estado de ánimo y reduce el impacto del estrés.
Además, el contacto social entendido como el establecimiento de relaciones sociales positivas se relaciona con la producción de oxitocina, otra de las hormonas que nos proporciona sensación de bienestar, por lo que pasar tiempo con tu familia y amigos es una de las mejores cosas que puedes hacer por tu salud mental.
Técnicas y estrategias de autocontrol para la gestión de emociones
Es muy importante adoptar una actitud constructiva y positiva frente a los problemas e imprevistos y aprender a gestionar las emociones, en vez de caer en la angustia. Te ayudará a lograrlo practicar de manera regular actividades como relajación, meditación y mindfulness , yoga, musicoterapia… que tienen efectos diversos sobre la activación fisiológica del organismo que produce el estrés y , la activación de las áreas del cerebro relacionadas con la atención o el mantenimiento/ restablecimiento del equilibrio físico y psicológico. Todo ello contribuye a un mayor control del estrés y a optimizar la gestión de las emociones.
Si a pesar de todo, no acabas de encontrarte bien pide ayuda profesional. Tu médico de cabecera podrá ayudarte a identificar el problema y derivarte a un especialista o terapeuta, si lo ve necesario. Este te enseñará a modificar tus pensamientos y tus emociones y a desarrollar conductas que te ayuden a afrontar los problemas con una actitud más positiva. A veces podrá ser necesario un tratamiento médico específico que complemente a la terapia para optimizar los resultados.