Jean- Jacques Rousseau decía que “La juventud es la etapa de estudio de la sabiduría y la vejez el momento de practicarla”. Una sociedad donde prima la belleza de la juventud y deja de lado a nuestros mayores tiene el riesgo de olvidarse de aquellos que también fueron jóvenes. Un estudio del Consejo General de Colegios Farmacéuticos Españoles señala cifras verdaderamente preocupantes, ya que el 22,1% de nuestros mayores de 65 años están en riesgo de desnutrición, un dato que asciende hasta el 30% en institucionalizados y hospitalizados. Ver aquí el estudio (página 32).
La actual crisis económica, los problemas de salud de esta etapa de la vida, la soledad, la depresión, la administración de medicamentos que disminuyen el apetito (fármacos para el corazón, antidepresivos, antiinflamatorios, etc.) o de otros que disminuyen la absorción de alimentos (antiácidos, antiinflamatorios, antidepresivos, corticoides, etc.) y otros factores son los culpables de que sea un colectivo vulnerable para la malnutrición.
En general, la persona mayor necesita un menor aporte calórico debido a que su actividad física y muscular es menor. Sin embargo, el porcentaje de nutrientes necesarios, y que podemos encontrar en la dieta mediterránea, es similar a la del adulto.
Es importante resaltar que en la persona mayor los déficits nutricionales se dan en micronutrientes como el calcio, fósforo, vitamina D, B1, B12, ácido fólico, potasio, zinc, hierro y vitamina C.
Por lo tanto, la dieta mediterránea y el ejercicio físico adaptado a la edad y posibilidades de cada uno son las armas para luchar contra la desnutrición, la depresión, las caídas, la pérdida de autonomía y por ende, aumentar la esperanza de vida.
En próximas entradas, os daremos pautas más específicas para este grupo de edad.
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