Hoy os escribo un post un poco más filosófico de lo habitual que espero nos haga pensar a todos.
Perder peso es fácil, lo decimos siempre, lo difícil es mantenernos en ese peso conseguido, ¿verdad? El autoengaño y autocomplacencia son algunos de los pecados que solemos cometer para no cuidar nuestra salud. A todos nos gusta encontrar satisfacción en lo que comemos y, sobre todo, cuando hemos tenido un largo día de trabajo y nos damos un pequeño homenaje con una cena prohibitiva o con un postre de chocolate, por ejemplo.
Tan malo es ser muy indulgente con uno mismo con expresiones típicas del tipo: “Pero si no como”; “Es que estoy así por mi genética”; “Soy de constitución ancha/o”…, como ser el peor enemigo de uno mismo y caer en la ortorexia o en el extremismo de que todo me puede engordar.
Investigaciones recientes revelan que es mucho más fácil mantener un estilo de vida saludable cuando uno se deja tentar de vez en cuando, pero siendo consciente de lo que hace. La fuerza de voluntad se demuestra tomando sólo una copa de vino o cuando se come un pequeño trozo de tarta. En esos momentos, somos conscientes de lo que afecta a nuestro peso y lo que no. Esa fuerza de voluntad nos hace más proclives a mantener nuestro peso a raya y sobre todo a controlarnos. De todos modos, sí que es verdad que existen situaciones en las que esa fuerza de voluntad es clave para perder peso.
Estos son algunos pecados capitales que suelen acecharnos en el día a día y que tenemos que conocer para poder hacerles frente si queremos mantener nuestra línea:
- Estar demasiado atareado: la falta de tiempo hace que no tengamos la suficiente dedicación para comer, cocinar o comprar alimentos sanos.
- El entorno obesogénico que nos rodea: está claro que no nos ayuda. Las ofertas de comida rápida por un euro, los picoteos obligatorios por temas laborales, familiares, o nuestra propia cultura gastronómica regada de calorías y alcohol hacen que perder peso sea un reto
- Sentimiento de inferioridad: las personas con baja autoestima o que están pasando por un problema personal importante a veces acaban refugiándose en la comida.
- La impaciencia: perder 10 kilos en una o dos semanas, aparte de que no es fácil, tampoco es sano. Lo importante es cambiar los hábitos de vida saludables. Solamente con ese cambio y manteniendo dichos hábitos seguro que conseguimos perder peso.
Adquirir buenos hábitos de vida pasa por aprenderlos y llevarlos a la práctica. Y, ¿por qué no?, por caer a veces en la tentación, como decía el gran Oscar Wilde.
Fuentes:
Arne Astrup, Martínez JA. Plan Diogenes para el control del peso. La dieta personalizada inteligente
Speak Your Mind