El yogur es un alimento que se conoce desde la antigüedad, hace más de 4.000 años.
Se dice que su origen está en las comunidades nómadas que transportaban la leche en sacos de piel de cabra que favorecía que este fermentase.
Se trata de una leche fermentada que contiene proteínas de alta calidad y con una mayor digestibilidad que la leche, lo que lo convierte en un alimento fundamental, sobre todo, en determinadas etapas de la vida.
La leche (que puede ser de varios tipos) se fermenta por unas bacterias lácticas específicas que convierten parte de la lactosa que contiene en ácido láctico.
Es una fuente de vitaminas de los grupos B y A, y minerales como el fósforo, magnesio, zinc y, por supuesto, el calcio.
Según la Fundación Española del Corazón, el yogur aporta los siguientes beneficios a nuestra salud:
– En el caso de las personas intolerantes a lactosa, puede mejorar los síntomas ya que favorece su digestibilidad. En casos de intolerancia leve incluso puede ser una buena alternativa, ya que además de contener menos lactosa, los cultivos del yogur mejoran la digestión de la misma.
– El yogur es un excelente aliado para tratar y prevenir la diarrea en niños y adultos ya que favorece la recuperación de la flora intestinal.
– La presencia de bacterias beneficiosas en el organismo tras la ingesta de yogur, puede ayudarnos a eliminar algunas sustancias tóxicas o incluso carcinógenas del organismo.
– Además, puede favorecer la producción natural de ciertos tipos de células del sistema inmunitario.
– Según algunos estudios, se dice que las bifidobacterias y las bacterias acidófilas pueden ayudarnos a regular los niveles de colesterol en sangre, aunque se necesitan más investigaciones al respecto para poder afirmarlo.
Se trata por tanto, de un alimento con numerosos beneficios para la salud, que además puede constituir una maravillosa fuente de calcio, tan necesario para nuestro organismo, sobre todo en personas que no lo consigan a través de otros alimentos, como la leche.
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