El aceite de oliva constituye uno de los mayores tesoros de la dieta mediterránea y en España podemos presumir de tener una calidad extraordinaria.
Pese a que las grasas no gozan de buena fama y que, a veces, se tiene la falsa creencia de que deben ser eliminadas de nuestra dieta para hacerla más saludable, las grasas son, por el contrario, necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Pese a que se trata de un alimento que se debe consumir con moderación ya que no se necesita la misma cantidad de grasas que de otro tipo de nutrientes, aportan innumerables beneficios a nuestra salud y, como os decía, el aceite de oliva es la mejor. Se recomiendan aproximadamente entre 3 y 5 cucharadas soperas de aceite de oliva al día.
Se trata de un aceite muy rico en ácido oleico monoinsaturado y que además contiene ácidos grasos esenciales que favorecen, por ejemplo, la reducción del colesterol “malo” (LDL) y aumentan el “bueno” (HDL).
Ello, junto con una dieta mediterránea equilibrada, lo convierte en un excelente aliado contra las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la hipertensión.
Por si esto no fuera suficiente, contiene antioxidantes como la vitamina E, que nos ayudan a luchar contra los radicales libres y así, frenar el envejeciiento cutáneo, y luchas contra los factores medioambientales como el sol y la contaminación.
Se trata por lo tanto de un alimento imprescindible que no debe faltar en nuestra dieta a cualquier edad.
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