Las castañas, lo bien que huelen y lo sanas que son

Una de las cosas que el otoño tiene buenas, y tiene muchas, es sin duda el poder comer castañas. Me gustaría dedicarles el post de hoy a los comerciantes que se dedican a la venta de este delicioso fruto seco. El olor que impregnan las calles de nuestro país durante estos días de frío es sin duda alguna reconfortante, y muy hogareño.

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Las castañas pueden consumirse tostadas, cocidas o crudas, todas son saludables. Estos frutos secos son ricos en fibra, sobre todo insoluble, hidratos de carbono complejos de bajo índice glucémico, y aportan vitaminas Ey B, y fundamentalmente ácido fólico. Entre los minerales destacan el calcio y el potasio. Contienen antioxidantes como polifenoles, flavonoides y catequinas. Además son bajas en grasas y azúcares, por lo que resulta un tentempié ideal antes de llegar a casa por las tardes cuando al doblar una esquina nos encontramos  con un puesto de castañas.

Con este perfil nutricional tan saludable, las castañas son aptas para todas las personas, excepto alérgicos a las castañas, que son pocos, pero sobre todo para personas con niveles de colesterol, azúcar y tensión borderline. También por su contenido en fibra insoluble es muy adecuada en personas con estreñimiento.

Seguro que sabes que las castañas de los falsos castaños, que pueblan nuestras calles, no son similares a las castañas de las que te hablo. Estas son más amargas y no son comestibles.

Así que ya sabes, esta tarde en el camino de vuelta a casa, busca a un castañero y que te dé un puñado de castañas, te calentarás las manos, disfrutarás de su olor y tu organismo recibirá nutrientes de alta calidad. Y hazlo rápido que las castañas son de temporada, sobre todo desde finales de octubre hasta finales de noviembre.

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